Cada época revela sus herramientas vibratorias y sonoras para acompañar al iniciado en su camino de Iluminación.
El didgeridoo de madera guió a los pueblos aborígenes en sus trances para abrir la conciencia de la tribu a los Mundos de lo Invisible. El tambor chamánico hecho de piel de animal resonaba bajo la yurta y tipi para cantar los ritmos universales de la Madre Tierra, y mucho más tarde en los monasterios, el cuenco de metal acompañaba la enseñanza del meditador en sus oficios y prácticas.
Hoy en día, los tiempos requieren un material cuántico para un mundo cambiante destinado a conquistar nuevos territorios, el cristal de cuarzo.
Así, el cuenco cantor de cristal nos aleja por su frecuencia, pureza y belleza en la multidimensionalidad.